lunes, 25 de mayo de 2009

..Los Tres Cuentos Cortos..


I

Entonces la ciudad se consumió en dos partes
la de la mara que sabia que se iba a salvar y la de la mara que no
al final,
todos ardieron juntos de la misma manera
nadie se salvó siquiera de ser azotado por aquel fuego infernal que les consumía las entrañas de calor antes que la piel misma
…y fue en eso cuando le dije:
“por eso te digo que no creo en el infierno vos...”

II

La danza comenzó por enfriarse antes de abrir el vacío de las conciencias podridas y
espásmicas
la oscuridad no se desvaneció cuando la realidad se escurrió entre las manos
como el tiempo dentro del abismo de su propia rotación
todos,
sin ganas de recuperar un poco de sangre caliente corriendo en las venas
no ser más que seres incoloros
inhodoros
inconcientes
incorpóreos y nada más que eso...

ya me harté...
de todos modos las cosas no cambian por aquí desde hace mucho
¡Hay Dios si yo te contara!

III*

El estallido de llantos de agonía fue lo que desató la tormenta esa noche
los pájaros tenían mucho tiempo llorando de angustia y sed
pero ni la naturaleza por sí misma fue capaz de responder siquiera una esperanza

Ella
no recordaba haber sentido el piquetazo bajo el hombro derecho, pero la marca en la piel indicaba una seria advertencia
Ella
femenina y tétrica
cruda y escandalosa sin remedio
se remojaba en los restos que quedaban del río un poco antes de ocultarse el sol en su totalidad
para no ser reconocida por quienes estaban muriendo de sed
“La cosa es mojarse un poquito” repetía antes de su hazaña

A ella,
de pequeña su madre le decía que cuando los pájaros lloraban así era porque clamaban por agua a la Virgen de los Cielos y entonces la Virgen se las mandaba y los bendecía

Ella
como cualquier otra tarde, remojó su piel grasienta en los charcos que encontró limpios
miró dos veces por un instante y vio como miles de gotas de agua gorda empezaron a caerle encima y a reposarse dentro de las grutas y los charcos en el río medio vacío
ella, corrió lo más rápido que pudo
pero revoloteaba entre una y otra corriente que se la llevaban cada vez más adentro
a lo lejos la oyeron gritar y tartamudear cosas sin sentido
daba de alaridos por miedo a estar siendo invadida por aquella tormenta que le estaba cayendo

Poco después, todos descubrieron su secreto
tarde, claro
todos se miraban confundidos unos a otros
algunos clamaban por su eterno consuelo a donde quiera que la Virgencita se la haya llevado
otros creían que de pequeña su madre no le había dicho que la Virgen no sólo bendecía
sino también castigaba...


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